La vida del creyente no es una vida de perfección sino de búsqueda de perfección en Cristo. Queremos y buscamos ser como Él. Un día, cuando estemos en Su presencia, alcanzaremos esa perfección:
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. (mira 1 Juan 3:2 RVR1960)
Pero mientras ese momento llegue, enfrentamos una lucha diaria contra el pecado y la carne. Muchas veces caemos en la lucha y esas caídas son usadas por el diablo para sembrar la duda de que si somos realmente salvos. Si le has dado tu vida a Cristo y por alguna circunstancia de la vida el enemigo quiere poner en duda tu conversión y tu origen de quién eres en Cristo, hoy el Espíritu Santo de Dios viene a recordártelo, solo tienes que entender y repetir en voz altas estas palabras: ¡Yo soy quien soy en Cristo!
1. Estoy libre de toda condenación:
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. (ver Romanos 8:1-2 RVR1960)
Cuando sabes de dónde te sacó Jesús, qué hizo por ti, cómo ha transformado tu vida y cuál fue el poder que te entregó a través de su redención; sabes quién eres en Él, reconoces que es de Él de quien dependes, que es Él quien te da plenitud y que es en Él en quien todo lo que vives cobra valor y propósito.
2. Estoy seguro de que Dios obra para bien en todas las circunstancias:
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (ver Romanos 8:28 RVR1960)
En la Biblia tenemos muchas promesas que nos sostienen en medio de cualquier circunstancia. Es cierto que no todo aquel que hace promesas las cumple o es capaz de mantenerlas. Pero cuando Dios es quien promete, sabemos que Él sí cumple y puede llevarlas a cabo. Él promete obrar todo para nuestro bien.
Por eso eres llamado a atravesar todo lo que pasa en tu vida con tu mirada en Cristo. Tu esperanza consiste en que Dios te ama en Cristo y te ayuda por medio de su Espíritu, y usa todo sufrimiento o prueba para el fin mayor: que seas más como Jesús porque para eso fuiste llamado. Solo allí está la verdadera paz, tranquilidad, y sanidad. El verdadero bien. El ser más como Cristo es nuestra meta en la vida, el propósito del Señor para nosotros. Es crecer en paciencia, humildad, amor, perdón, gracia, mansedumbre, autocontrol y esperanza en Dios. Esto se desarrolla en el campo de las pruebas y el sufrimiento que involucra nuestro llamado.
El punto de esto no es que todo obra para un bien temporal o terrenal. En cambio, el punto es que todo obra para el bien que nos lleva con seguridad al destino final del creyente: la vida eterna con el Dios de gloria.
3. Soy libre de cualquier condenación en mi contra, y no puedo ser separado del amor de Dios:
Nada puede destruir tu relación con Dios, Él nunca dejará de amarte. Si comprendes este hecho, de que nada puede separarte de su amor, tu vida cambiará por completo.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. (ver Romanos 8:31-39 RVR1960)
Cuando pones tu mano en la mano de Dios, Él nunca la suelta. Aunque a veces sientas ganas de soltarte, Dios nunca lo hará. Estás eternamente seguro. No importa cuántas dudas o miedos tengas o cuántos pecados cometas. Si pones tu confianza en Cristo, Él dice que nada, te separará de Su amor. No importa lo que enfrentes en la vida, nunca lo enfrentarás solo: Dios está contigo y nunca dejará de amarte.
4. He sido establecido, ungido y sellado por Dios:
¿Sabías que ahora estás ungido por Dios?, ¿Sabías que esta unción te da poder sobre el pecado, la tentación y el mal?, ¿Sabías que esta unción te da un acceso especial a Dios en alabanza y en oración?, ¿Sabías que esta unción te capacita para proclamar el mensaje de Dios a otras personas?
Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones. (ver 2 Corintios 1:21-22 RVR1960)
La «unción» no es solo para algunos líderes cristianos especiales o los que tienen que predicar. Es para todos nosotros. Todo esto es posible porque Dios te ha dado el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no solo te garantiza tu futuro, Él es el pago por adelantado. Por el Espíritu Santo, Dios ha puesto Su «sí» en nosotros. Él nos ungió, nos selló como propiedad suya y puso su Espíritu en nuestro corazón como garantía de sus promesas.
No son ungidos solamente un cierto tipo de cristianos o algunos cristianos. Sabemos que a Jesús de Nazaret lo ungió Dios con el Espíritu Santo y con poder (Hechos 10:38). Lo que es tan sorprendente es que el mismo Espíritu que ungió a Jesús, te ha ungido a ti. Estás ungido por el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios que vive en ti como «garantía» también es quien te da Su «unción».
5. Estoy escondido con Cristo en Dios:
Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. (ver Colosenses 3:1-4 RVR1960)
¿Qué significa tener nuestra vida escondida en Dios? Significa que nos refugiamos en el Señor, que tenemos confianza en Él, y que nos hemos escondido en Él. Y nos refugiamos de todo aquello que puede dañar nuestras vidas y aquello que pueda perturbar; porque si nuestra vida está escondida en él, estaremos seguros porque a Dios nadie puede hacerle frente ni el diablo, ni demonio, ni enfermedad, ni ángeles, ni principados, ni potestades, porque Él ya los derrotó.
6. Confío en que Dios completará la buena obra que empezó en mí:
estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (ver Filipenses 1:6 RVR1960)
Necesitamos la confianza de saber que el Señor está trabajando en nosotros, que no nos ha dejado solos y que está muy preocupado por nosotros.
La parte difícil de nuestro caminar con Cristo es la parte cambiante, se llama santificación progresiva o continua, y es el proceso al cual Dios nos somete para conformarnos cada vez más a la imagen de Su Hijo Jesús. Es en esta parte donde Dios nos motiva a hacer el bien, y nos ayuda a practicarlo bajo el auxilio de su gracia. Pero es también la parte donde nosotros mismos debemos ocuparnos en nuestra salvación con temor y temblor.
Este pasaje resulta esperanzador porque lleva consigo la obra pasada, presente y futura de Dios en nosotros y para nosotros por lo que Jesús ha hecho en la cruz. Por ello, nunca debemos olvidar que es por Jesús, y solo por Jesús que Dios efectúa esta gran obra en nosotros. Amado hermano, si tienes problemas de algún tipo, dudas de tu salvación, o no estás seguro de tu crecimiento, tan solo deja que el Señor le hable a tu corazón pasando tiempo con Él en oración y leyendo Su palabra. Él usa estas cosas para «perfeccionar» el trabajo que ha comenzado en ti. Recuerda que el Señor nunca te dejará ni te abandonará. Él no puede ser infiel y su amor por ti no puede fallar. ¡No estás estancado! ¡Dios no te ha abandonado en este proceso! ¡Él te está perfeccionando!
7. Soy ciudadano del cielo:
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (ver Filipenses 3:20 RVR1960)
Como cristianos somos ciudadanos de la comunidad del cielo. Siendo ciudadanos del cielo, ¿cómo deberíamos vivir? Pablo menciona dos cosas esenciales.
Primero: «estáis firmes en un mismo espíritu» (Filipenses 1:27). Nunca te desvíes de la completa dependencia del Espíritu de Dios, para que Él haga por medio de ti lo que sea necesario hacer. La vida cristiana se vive mediante un proceso totalmente distinto del que vivías antes de que vinieras a Cristo. Es la vida de Dios por medio de ti. Es el Señor que mora en ti quien se expresa en términos de tu personalidad humana. Nunca te desvíes de eso.
La segunda cosa esencial es: nunca dejar que nada más que la más seria herejía te prevenga de trabajar lado a lado en el evangelio.
Ahora, lo más interesante es que todas las artimañas del diablo, toda la fuerza de su actividad, apunta a estas dos cosas. Para evitar que observemos estas cosas, el enemigo nos prueba primero en un punto y, si no nos puede descarrilar, entonces va por el otro punto. Primero intenta conseguir que dependas de ti mismo, no de la presencia de la vida de Cristo habitando en ti, y hacerte, por tanto, temeroso, preocupado, desanimado, impaciente o enfadado con algo.
Por lo tanto, Satanás, el enemigo, utilizará dos estrategias principales en su intento para dividirnos y derrotarnos.
8. No se me ha dado un espíritu de cobardía sino de poder amor y dominio propio:
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. (ver 2 Timoteo 1:7 RVR1960)
En la Biblia, el dominio propio o la templanza es una de las manifestaciones del fruto del Espíritu Santo en la vida del creyente. El término bíblico del dominio propio se refiere a la virtud de poder controlar nuestros impulsos y nuestras emociones. Al ejercitar el dominio propio mostramos que gracias a la obra del Espíritu Santo en nosotros tenemos autoridad sobre nuestra carne. Esa autoridad espiritual nos da las fuerzas para obedecer a Dios en todas las áreas de nuestra vida.
Mientras más permitimos que el Espíritu Santo nos transforme, más crecemos en el área del dominio propio.
9. Soy nacido de Dios y lo malo no me puede tocar:
Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca. Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna. (ver 1 Juan 5:18-20 RVR1960)
Somos nacidos de Dios cuando ponemos nuestra confianza en Jesús y en Su obra salvadora en nuestras vidas. Y si hemos nacido de Dios, entonces tenemos una protección contra el maligno, una protección única que no pertenece al que no es ha nacido de Dios. Saber esto nos da una confianza piadosa en la guerra espiritual.