Existen personas a las que les dicen que no valen nada, y crecen con este sentimiento de tristeza y nulidad. "Valgo poco", se dicen. Pero la verdad es que somos valiosos. Nadie sobra en este mundo, o está por azar o casualidad, somos producto del amor de Dios. Y es tanto este amor que Él sustenta nuestras vidas, dándonos un propósito, pues "en Él vivimos, y nos movemos, y somos" (ver Hechos 17:28 RVR1960)
1. Soy un pámpano de Jesucristo, la vid verdadera y un canal de su vida:
Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. (ver Juan 15:5 RVR1960)
Según lo que hemos considerado hasta ahora, Cristo es la vid verdadera, pero él estaba a punto de partir al cielo, y por lo tanto, él mismo no iba a ser quien se encargaría de seguir extendiendo su reino sobre esta tierra, al menos no directamente; esto lo haría a través de sus discípulos. Ellos serían los pámpanos o ramas por medio de las cuales expresaría toda la vida que hay en él al mundo. Ellos llevarían al resto de los hombres el mensaje del Evangelio en el que quedan expresados el amor y el deseo divino de salvar al mundo. Serían los discípulos quienes con su testimonio harían comprensible la bondad de Dios a los hombres.
Sin lugar a dudas, ésta es una enorme responsabilidad para todos los creyentes. Todo lo que Cristo había logrado con su vida y muerte son ahora encomendados a los creyentes para ser entregados convenientemente al mundo. ¡Qué gran responsabilidad ha dejado en nuestras manos! ¿Somos conscientes de ello?
2. He sido escogido y señalado para llevar fruto:
No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. (ver Juan 15:16 RVR1960)
Esto implica dar fruto en toda buena obra, crecer en el conocimiento de Dios y ser fortalecidos en todo sentido con su glorioso poder. Así perseverarán con paciencia en toda situación y con mucha alegría darán gracias al Padre.
3. Soy el templo de Dios:
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? (ver 1 Corintios 3:16 RVR1960)
Cuando Dios creó al hombre, lo creó a Su imagen y semejanza, lo hizo con un propósito: que el ser humano fuera templo del Espíritu Santo. Dios hizo al hombre para poder habitar en él y le dio espíritu para que viviera en comunión con el Espíritu de Dios. Dice la Biblia que Dios no habita en templos hechos por manos de hombres. Pero cuando entró el pecado en la humanidad, el hombre no pudo ya ser templo de Dios por cuanto había pecado y su espíritu había muerto.
El Espíritu Santo nos anhela celosamente, tan grande es el amor que Dios tiene por ti que envió a su hijo unigénito para que todo aquel que en El cree no se pierda sino que tenga vida eterna. Quien no deja entrar a Dios se pierde y es condenado porque no sirve para aquello para lo cual fue creado. Algunos cristianos cuando se les pregunta para qué fueron creados, responden: “Para la gloria de Dios”, y ellos entienden que eso simplemente significa llevarse bien con su esposa, tener dinero y hacer todo el bien que puedan. Pero, ¡no estamos aquí en la tierra para eso! Estamos aquí para que el Dios viviente pueda habitar nuestra vida. Cuando el Espíritu Santo está el creyente no necesita preguntar ¿Qué tengo que hacer? Si habita en tu vida el Espíritu Santo manda, y donde está El, está el poder.
4. Soy un ministro de reconciliación por Dios:
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. (ver 2 Corintios 5:17-21 RVR1960)
«Ministerio» significa un servicio, o cualquier cargo ministerial con referencia a la labor que requiere. En otras palabras, es una responsabilidad. «Reconciliación» significa una reconexión, volver a unir lo que había sido separado. En el período de los Evangelios, Jesucristo, el hombre perfecto, tenía el ministerio de reconciliar a otros con Dios.
Tal como Dios le equipó a Jesucristo con Su Palabra con poder y con autoridad, para que él pudiera cumplir con la responsabilidad a la que Dios lo llamó, así también Dios nos ha equipado con todo lo que nosotros necesitamos para llevar a cabo nuestro ministerio de reconciliación. Podemos tener gran confianza, sabiendo que hemos sido capacitados por el mismo Dios y Padre que capacitó a Jesucristo.
5. Estoy sentado con Cristo en lugares celestiales:
y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús (ver Efesios 2:6 RVR1960)
Todo lo que somos y lo que recibimos para ser y hacer viene desde el lugar en donde estamos sentados con Cristo. Ese es el cuartel general y el almacén espiritual del cristiano. Cuando estábamos muertos en delitos y pecados, estábamos en la tierra; ahora estamos vivos desde el cielo. Es como la televisión vía satélite. El televisor está aquí, en la tierra, pero la transmisión viene del espacio, del cielo, a través del satélite que, desde allá, envía la señal digital, y el televisor la recibe aquí.
La vida nueva es una vida divina; es decir, proviene de Dios. Es una vida sobrenatural; es la vida de Cristo.
“Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (ver
Gálatas 2:20). Cristo tiene su trono en el cielo; estamos sentados con Él en el cielo. Su vida se manifiesta desde el cielo en nosotros y a través de nosotros aquí, en la tierra.
Estar sentados con Cristo en lugares celestiales significa buscar las cosas de arriba. Significa vivir como muertos a las cosas terrenales, pero con la vida abundante que Cristo nos dio. Significa vivir plenamente identificados con Cristo.
Un día nos sentaremos con Cristo en su trono, mientras tanto, vivimos en esta tierra como extranjeros y peregrinos. Vivimos en el mundo sabiendo que no somos del mundo, porque nuestra ciudadanía está en los cielos. Nuestra función aquí es ser embajadores en nombre de Cristo. Somos representantes de Cristo, representantes del cielo.
Mientras más permanezcamos en relación con Cristo más podrá ver la gente a Cristo en nosotros.
6. Soy una obra de Dios:
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (ver Efesios 2:10 RVR1960)
La razón por la cual eres de gran valor, es por lo que Dios dice de ti, no por lo que otras personas digan. El nuevo testamento fue escrito originalmente en griego. La palabra griega para “obra maestra” es “poema”. La misma palabra que tenemos en español. Dios dice: “Tu eres mi poema. Tú eres mi obra maestra. No quiero que copies a nadie más. He puesto dones en ti –corazón, habilidades, personalidad y experiencias- y quiero que los uses”. Tú vales por lo que Dios ha dicho y hecho por ti.
Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. (NVI)
Eres necesario. Eres necesario en tu iglesia. Eres necesario en tu comunidad. Eres necesario en este mundo. Si no fueras necesario, Dios no te hubiera hecho. Él no te creó solo para que te sientes, te alimentes y te amargues. Él te trajo para hacer una contribución con tu vida. Y todos somos necesarios.
No hay gente pequeña en la familia de Dios, cada parte es necesaria.
7. Puedo acercarme a Dios con libertad y con confianza:
en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él (ver Efesios 3:12 RVR1960)
La verdad es que usted puede tener confianza. Usted puede acercarse a Dios en cualquier momento y saber que él está de su lado.
8. Puedo hacer todas las cosas a través de Cristo quien me fortalece:
Cristo es quien nos da las fuerzas para sentirnos contentos o satisfechos en medio de cualquier circunstancia! Tú eres importante. Tú vales por lo que Dios hizo y pagó un gran rescate por tu vida cuando Él envió a su hijo, Jesús, para morir en la cruz por ti.